Algunos deportistas marcan su nombre a fuego en la historia a través de una sola exhibición y en un determinado momento. Y existen otros que siguen escribiendo su leyenda de año en año, pero en un determinado lugar del planeta. Es el caso de Rafael Nadal y la ciudad de París.
El tenista mallorquín se ha coronado campeón del Roland Garros por décima vez en su historia hace unas semanas y de esa manera ha celebrado no solamente un récord increíble sino que también un vínculo eterno con la Ciudad de la luz. En las últimas trece ediciones solamente en tres ocasiones el español no ha sido capaz de levantar al cielo de París el trofeo de campeón del abierto de Francia, el torneo sobre tierra batida más prestigioso en todo el circuito ATP, es decir el que está reglamentado por la Federación profesional de tenis del mundo.
La contundente victoria en la final de la última edición contra Stan Wawrinka ha visto Nadal tirarse al suelo y festejar como nunca en su carrera: conseguir un torneo del Grand Slam por diez veces es algo que nadie había conseguido hacer jamás en toda la historia del tenis. Y eso que muchos daban al mallorquín por acabado, después de que en los últimos dos años, es decir el 2015 y el 2016, pasara por un bache físico y psicológico que le impidió defender su estatus de mejor tenista sobre la arcilla. Pero en la época que va de marzo a junio el zurdo de Manacor siempre se hace respetar y una vez superados los problemas físicos y mentales que lo había perjudicado ha vuelto a dar una exhibición de cómo dominar sobre esta superficie. Pero lo más impresionante de su décima victoria en el Roland Garros ha sido su recorrido limpio y prácticamente sin errores hasta hacerse con el trofeo.
En la edición 2017 del abierto de Francia Nadal ha sido capaz de ganar todos los sets en juego en todos los partidos, es decir que en ningún momento se ha encontrado en situación de desventaja y, sobre todo, ha marcado de manera contundente su superioridad técnica y física frente al adversario de turno. Desde el primer choque contra el francés Benoit Paire hasta la final contra Wawrinka, el español no ha tenido prácticamente ningún bajón y solamente en tres ocasiones ha ganado el set por 6-4, mientras en todas las demás ocasiones la diferencia con el rival ha sido aún más abultada. Se ha tratado entonces de una auténtica cabalgata triunfal en la que el de Manacor no ha encontrado ningún rival digno. Para él ha sido un triunfo diferente de los demás, no solamente por haber alcanzado los 10 títulos de Roland Garros sino también por estar ahora a una distancia de apenas 3 títulos de Roger Federer, su gran rival, que por el momento detiene el récord de títulos del Grand Slam con 18 en su casa. El Rey de París ha vuelto, y con 31 años, tiene todavía mucho recorrido por hacer.
